Su forma de
escribir, saltos en la conciencia, entre conversaciones, divagaciones de la
mente, contradicciones, vivencias, cosas de la vida, de la vida de entonces, en
un barrio madrileño, con sus olores, sus sabores, lo que se puede ver, y lo que
no, vuelve la conciencia a interpretar aquello que hay, o que parece haber, y
se discute, en esos diálogos que a veces son sencillos, pero otras, otras veces
son profundos, demasiado, o no, ¿qué es demasiado? ¿qué es profundo?
Cuestionarse todo lo que ocurre, por qué ocurre, qué entiendes por la vida y
por la muerte, por el amor, por la música, por el teatro, el arte, una cabeza
de venus, no, es una cabeza humana, algo antropológico, no mítico, algo
palpable, y los carreños, el carnaval, y esa conciencia constante, como un
monólogo interior que surge entre esas conversaciones, descripciones de ese
barrio, sensaciones que nos llegan a través de los cinco sentidos, unos más,
otros menos, pero lo sientes a través de las palabras que te transportan allí,
a Madrid, a una época concreta, o no tan concreta, muchas cosas siguen pasando
ahora, ahora que ese barrio ha tomado otro nombre y de Maravillas se ha
convertido en Malasaña, pero si Isabel estuviera por allí, y Elena, un poco más
hipster quizá, pero por muy modernos, alternativos, que sean ahora en Malasaña
o en cualquier otro barrio o ciudad, el resquemor, esa introspección, esas
dudas, esos diálogos con nosotros mismos que nos interrumpen en cualquier
lugar, que se cruzan en cualquier conversación, y dialogan en silencio al mismo
tiempo que escuchas opiniones, sucesos, críticas, y te da igual porque lo que
tú sientes es lo que sientes, y como lo sientes, y al final es lo que importa,
tu propia conciencia, tu propio sentir, ese que se cruza entre las otras
personas y tú misma, en un barrio de maravillas, en la vida misma, entre Isabel
y Elena, representación de cualquier intercambio de opiniones y sensaciones,
que podría ser entre Isabel y Conxa, entre Gloria y Marga, entre Juanjo y
Marina, entre Lupe y Mabel, entre Carlos y Neli, entre Teresa y Trini, entre
cualquiera de nosotros… sobre esos puntos suspensivos que se quedan al final de
cada frase, como invitando a otra reflexión más, a un final diferente, a
imaginar lo no dicho, a continuar la historia, a divagar un poco más, a conocer
a Rosa Chacel, con sus influencias Joyceianas, Proustianas e incluso
Freudianas, y como no, Ortegagasetianas, así se unen filosofía, el tiempo, el
yo, el entorno, el auto psicoanálisis, ese intento de comprender el mundo, y
los sueños… la perspectiva del tiempo que ha de llegar, con que llenarlo, no
hay nada bueno ni malo, solo la conciencia, la propia conciencia… esa que está
siempre ahí, en cada palabra que pronunciamos, en cada acto que hacemos, en
cada mirada… en todo. Así he visto la vida a través de los ojos de Rosa Chacel,
con la que he divagado, disfrutado, analizado, compartido, coincidido y
discrepado, en ese pedacito de Madrid, Barrio de Maravillas.
domingo, 28 de mayo de 2017
Que fue
No fue esa
botella vacía
Ni esa noche
loca
En la que
nuestras bocas
Hicieron
poesía
No fue mi
apariencia de dama
Ni tu traje
de vagabundo
Lo que nos
conectó el alma
Sino algo
más profundo
No fueron
tus historias
Ni mi forma
de mirarte
Ni las artes
adivinatorias
Aunque si es
cosa de arte
De tu música
y tu guitarra
Acompañadas
de tus palabras
De mis
poesías y relatos
Que nos
dibujan a trazos
Una
combinación explosiva
Que nos
mantiene vivos
Que nos
inspira y motiva
A disfrutar
de la vida
Sin motivos,
sin razones
Solo
seguimos nuestros corazones
A donde nos
quieran llevar
Estamos en
sus manos
Mientras nos
amamos
Tu guitarra
La casa está
vacía
Sigo tu
rastro hasta la cama
Respiro tu
aliento que aun remansa flotando a mi lado
Revolviendo
las sábanas, como si estuvieras enredado
Es tu voz,
que me llama
Al final del
día
Salgo al
salón a buscarte
Y ahí está
ella, me mira, me muestra la garra
Envuelta en
tu arte
Me atrapa,
me llena, me calma, tu guitarra
Me
transporta al ayer
Y también al
mañana,
Porque
aunque no te pueda ver
Sé que si
abro la ventana,
Me harás
estremecer
Desde esa
ciudad lejana.
No, no te
siento lejos
Estás a mi
lado, o son tus reflejos
No importa,
eres tú, lo sé,
Estoy
segura, llámalo fe.
O no. Qué
más da. Sólo te siento conmigo
Dentro de
mí. Me haces cosquillas en mi ombligo.
Desde allí.
Hasta aquí.
Deshacemos
el espacio y el tiempo.
Y las reglas del universo
Que
transformamos en versos
Desafiando
al destino
Con una
botella de vino
Abro el
armario y veo tu ropa
Imagino un
sombrero de copa
Donde hacer
magia y verte
Conquistar a
la suerte, para tenerte
A mi lado, y
así te siento
Abrazado a
mí a través de tu aliento.
Tu cuerpo
está allí
Pero tu
guitarra te trae hasta mi.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)