sábado, 14 de marzo de 2020

CIERRE TEMPORAL FORZOSO



 Resultado de imagen de calles vacias desoladas
Las calles vacías
Están limpias, los papeles, las colillas, las cáscaras de las semillas, los restos de las vidas que solían echar al suelo, no están.
Las calles silenciadas
Los pájaros extrañados no se atreven a aletear sobre ese asfalto tan uniforme, no lo reconocen, sólo algunas ruedas, giran lentamente queriendo acortar el tiempo, no gastar gasolina, llegar cuanto antes, y volver otra vez al silencio, no hay ni moscas, ni mosquitos, ni cucarachas.
Las calles mudas.
Los vecinos parecen haber aprendido el lenguaje de signos. Ahora. Por la necesidad. Algunos asoman su cabeza a la ventana. Quieren asegurarse de que lo han entendido bien.
Quédate en casa, hay grafitis pintados en las cabezas, la correspondencia virtual lleva la firma instalada, la televisión incorpora el hashtag, esa almohadilla delante lo graba en tu mente, es un bucle repetitivo, como un chip, las neuronas obedecen al miedo, no sales, te callas.
Las calles vigiladas
No sabes cómo, pero lo saben, si sales, si entras, si vas, si vienes, en la calle, claro, todavía, parece, que dentro de casa no hay ojos, crees, no estás segura, podría ser que el control se les fuera de las manos, cierras los ojos, piensas cosas que sólo sabes tú, te llega un whatsapp, te hablan de todo lo que no has dicho, de tu silencio.
Las calles tienen miedo
La soledad no es fácil.
Toda esa gente que pisoteaba una y otra vez bordillos y aceras, que contaminaba el aire con los tubos de escape, que hacia rodar el mundo a base de ruido, gritos, golpes, basura, deseos insatisfechos, hacían sentir a las calles su valía.
Las calles abandonadas
Las calles tristes
Las calles solas
Las calles tienen miedo.
Tú tienes miedo, te avergüenzas de cosas que querrías que pasaran, sólo son estrellas fugaces, sabes que esos deseos no se cumplen, miras al cielo, no es tan distinto, pero aquí abajo, el asfalto está frío.
Quizá ha cambiado algo.
Quizá todo está cambiando.
Los cambios dan miedo.
Quédate en casa, sigue resonando en el eco de la cueva en la que habitas.
Cuatro paredes pueden ser refugio o cárcel.
Quédate en casa, recomiendan, instan, ordenan.
El control está en las calles.
Ellas no lo perciben, pero los ojos revolotean silenciosos sobre los tejados.
Ya no entra ni el polvo a las casas.
Ni las palabras, ni las caricias, ni los besos.
Las puertas cerradas, el amor disperso, la sangre helada, como las calles, el sol sale, pero no sabe sobre quién derramar sus rayos, las ventanas también están cerradas, por si acaso.

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