viernes, 26 de agosto de 2016

Camino sin retorno

Un impulso la llevó a caminar sin rumbo, sin saber a dónde se dirigía, ni para qué. Algo la guiaba colocando sus pies por caminos, calles, campos y otros lugares por los que jamás había transitado y sus pasos se iban sucediendo uno tras otro. Sin mapas, pero con plena confianza en su instinto, llegó a un pueblo donde encontró una casa ante la que se detuvo sin más. Sacó una llave de su bolsillo, la colocó en la cerradura de la gran puerta que tenía ante sus ojos, la giró y la puerta se abrió. No supo cuánto tiempo pasó, tal vez un día, una hora, un segundo y, de pronto, lo vio todo claro. En la pared frente a ella, había un gran cuadro, una obra de arte que le mostraba su propio retrato. El pincel la dibujó desnuda, sin nada que pudiera interponerse en el camino de su mirada, que por fin pudo sostener ante sus ojos, sin desviarla hacia otros lugares, y vio su propia belleza más allá de esas líneas y trazos que la dibujaban.

Últimamente no paro de dar vueltas y vueltas, y cuando escribo, algo me lleva a reflejar esos giros en mis escritos. 

No se cual es el objetivo de tanto giro. Un círculo, una rueda, una noria. Tiendo a pensar que existe una necesidad de repetir ciertas historias hasta lograr integrar el conocimiento que nos viene a enseñar. ¿Todo tiene un propósito? Yo creo que sí. 

En un camino sin retorno mi pretensión es llegar a ese momento en que comprendes todo, en que un instante fugaz te muestra el por qué de todo tu recorrido caminado, con sus pasos en senderos y en montañas, incluso cuando has estado a punto de caer por un precipicio y, de repente, con tu perseverancia, caminando sin parar, siguiendo los impulsos del corazón, llegas a ese punto en la circunferencia, ese punto de no retorno, una fracción de tiempo que cambia el curso de tu vida, porque la toma de conciencia que obtienes al mirarte, al reconocerte, al verte tal como eres, sin rodeos, marca otro punto de partida desde donde recomenzar tu propia vida. Lo he llamado belleza. No encontraba ninguna otra palabra para definir la inmensidad del propio ser, desnudo de mentiras, con sus imperfecciones, componiendo un todo que encaja perfectamente en una obra de arte. Un cuadro, una escultura, un reflejo en un espejo, un relato, una pieza musical, ese todo se muestra de cualquier forma en que puedas apreciarte. Y si llegas a eso, a ver lo que hay detrás de unas líneas y contornos que limitan tu existencia, entonces, sólo entonces, sabrás quién eres y la perfección que te compone, y no habrá vuelta atrás posible.

Mientras, sigue caminando hacia donde te lleve tu corazón. Camina sin mirar atrás. Camina con la seguridad de que en cualquier momento podrás ver esa belleza que te inunda y comenzará la sincronía que se corresponde a esa perfección. Tienes la llave. Cuando encuentres la cerradura, sabrás que es ahí justo donde tienes que utilizarla.




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