jueves, 8 de septiembre de 2016

Un toque de romanticismo... microrrelatado

Tengo clasificado el romanticismo como un envoltorio empalagoso, un adorno que, como el maquillaje, esconde la verdadera cara del amor. Pero es como todo, la relatividad y ciertos momentos son declives a ser embadurnados por esos matices, sobretodo cuando la espontaneidad los saca de la nada y te ves con un toque rojo sobre los labios.

Así me inmiscuí en la composición de un microrrelato que albergara palabras aderezadas de pasión, siempre con esa casualidad que te encuentra a la vuelta de una esquina y se abalanza sobre ti sin dejar paso a la elección. Esos momentos inesperados que te sorprenden y que, se introducen en lo más hondo de ti, aunque sea tan solo por un instante, culminando el tiempo con un beso.

El beso

Se detuvo y, de repente, lo vio. Sus rostros se encontraron apenas a unos segundos de besarse. El tiempo se congeló evitando que sus labios se unieran sin remedio. Con la mirada clavada fijamente en los ojos, sin pestañear, se adentraron en el arte de alcanzar las profundidades del alma y hallaron un camino. Anduvieron hasta que un beso les impidió avanzar más y el tiempo continuó su viaje sin fin.



El beso, ese pequeño gesto que pone en contacto dos miradas, dos cuerpos, dos almas, y favorece el intercambio de sensaciones, que provoca a las manos acercarse y tentar al otro, como fiel reflejo de ti misma, y formas, sin querer, una única figura de brazos entrelazados. El beso, una caricia al alma, una entrega plena, efusiva, total, ardiente, frenética, dulce, vehemente, generosa, impulsiva, efervescente, voluptuosa, pasional. 

La expresión más bella, la unión de dos bocas que se quieren decir tantas cosas, que, en ese contacto, sienten a través de los labios, lengua, saliva, el sabor de esa atracción que es algo más que un simple encuentro casual, que responde a designios bien elaborados en algún lugar perdido, recóndito, al que accedes justo en el momento en el que el hallazgo parece totalmente fortuito. En el tiempo, en el espacio, si lo hay.

Un beso, otra forma de hablar, un diálogo entre dos lenguas. El resumen de una mirada dedicada. Un pacto lingüístico para formar una historia de amor. Un conjunto de palabras enredadas en un diagrama sin evidencias explícitas. Unos labios que se sumergen en un mar de deseos. Una conversación que discurre entre dos bocas. Una dedicatoria visceral escrita entre lenguas. Un secreto compartido.






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