Me preguntas por Pilar. Que te cuente algo de ella. No sé por dónde
empezar. Sabes que Pilar es importante para mí pero desconozco los motivos. Es
una chica bastante corriente. No destaca en nada. O eso parece. Pilar tiene su
propia concepción de la vida. Tiene su mundo. Su planeta personal. Vive allí. A
veces sale a dar un paseo y se queda absorta mirando a los terrícolas. Pilar no
los comprende. Ella no se siente uno de ellos. Los mira. Pone todo su empeño en
comprenderlos. No lo consigue. ¿Recuerdas el día de la tertulia y cena en su
casa? Tú mismo lo pudiste comprobar. Se tomó demasiadas molestias. Las
indicaciones para llegar al lugar. Carteles pegados a troncos de árboles. A
postes. A paredes. Grafitis en alguna fachada. Los papeles en su propia casa.
Yo creo que se siente perdida. Y todas esas señales son solo indicaciones para
encontrarse a ella misma. Se busca incesantemente. Cuando la miro, la veo
indagar en mis ojos a ver si ve un reflejo que la haga reconocerse. Nos miramos
a menudo. Incluso cuando follamos. Ahí más. Yo a veces cierro los ojos, pero
ella los tiene siempre abiertos. No quiere perderse detalle. De nada. Su madre
un día me dijo que nada más nacer ya los tenía abiertos de par en par. Y sigue
así. Se asusta fácilmente. Tiene muchos miedos. De pequeña no soportaba la
oscuridad. Ahora tampoco. Se hace la fuerte y apaga la luz cuando tiene la
certeza de que en un instante pasará al estado de ensoñación. Odia despertarse
a las dos de la madrugada. Sabe que le quedan muchas horas por delante.
Oscuras. No cree en Dios, dice. Yo creo que sí. Que se aferra a lo invisible. A
lo desconocido. En su intento de encajar las fichas del puzle. Tiene demasiadas
sueltas. Eso le preocupa bastante. Desconfía de lo conocido. De la ciencia. Cree
que hay demasiadas incógnitas por despejar. Queda mucho por descubrir. Todo eso
podría contradecirlo todo. El mundo de Pilar se tambalea. A veces, dice, le
parece estar en una noria. Tiene la sensación de deja vu muchas veces. Como si
estuviera repitiendo una y otra vez la misma historia. Se siente cansada de eso.
A veces pienso que su objetivo es bajarse de ahí y salir corriendo. Nunca
corre. Hace muchas cosas. No para. Anota en su agenda una actividad para cada
tramo horario. No soporta ver una línea en blanco. Le supondría enfrentarse a
sí misma. A su soledad. Pilar se siente sola aunque esté rodeada de gente. Es
algo que va con ella. Como si fuera un bicho raro. No debería contarte todo
esto. Es sólo la Pilar que yo veo, pero podría haber otras muchas ahí
escondidas. En ese cuerpo extraño. Me ha dicho muchas veces que se siente fuera
de lugar. Es como si no se reconociera en su propio cuerpo. Como si hubiesen
intercambiado su alma antes de nacer. Se siente aquí por equivocación. No solo
en el mundo. En su cuerpo también. No sé si estoy siendo justo con ella. En
realidad, Pilar es una chica muy alegre. Optimista. Más que yo. Quizá lo que yo
veo sea un reflejo de mí mismo y Pilar sea tan solo mi espejo. Pilar tiene una
hija. Es su tarea más difícil. En su rol de madre Pilar se transforma. Es un
hada del bosque. Juega. Se ríe. Retrocede en el tiempo. A su infancia. Intenta
recuperar momentos perdidos de aquella época. A veces dolorosos. Y eso la
entristece. Pero prefiere eso y ver a su padre. Lo echa de menos. Lo sé. No lo
dice. Es algo que siento. A veces, cuando me abraza, percibo ese vacío. Creo
que todo lo que hace es para llenarlo. No sabe cómo. No sabe nada. Y lo sabe.
Pilar ha llegado al mismo punto que Sócrates. Ella ha ido destruyendo cada
concepto aprendido. Algunos a hostias, como suele decir. Pero no vayas a creer
que Pilar utiliza ese vocabulario normalmente. Son ráfagas fugaces. Se lo
permite sólo a veces, como los cigarrillos. Pilar no fuma. Lo dejó hace muchos
años. Tampoco bebe. Sólo en ocasiones especiales. A Pilar le gusta bailar.
También canta. Pero solo lo hace cuando está sola. Alguna vez la he escuchado.
Ella no lo sabe. También la he visto bailar. Una vez intenté bailar con ella.
Fue un desastre. Pilar no sigue unos pasos. Un ritmo. Sale despedida con cada
nota. Yo no puedo seguirla. Optamos por dejar que la música acompañara uno de
nuestros abrazos. Pilar es una mujer independiente. Demasiado. Ha creado un
muro infranqueable. Impermeable. Imposible de traspasar. Ni sólidos ni líquidos
pasan por ahí. Sólo una pizca de aire. La suficiente para respirar. Sobrevive. Yo
no hago más que buscar una rendija por la que colarme. Si había alguna, está
sellada. Como un sobre lleno de misterios escritos en un papel. Un lacre pegado
lo cierra. Rojo. Lleva su nombre. Lo mete en un buzón. Pilar espera llegar así
a su destino.
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