sábado, 19 de noviembre de 2016

YO


Prólogo: 
Este relato es un trabajo de clase. Como otros que he escrito anteriormente. Pero este es diferente. Este me ha producido un estado de excitación elevado. El estilo, inspirado en la descripción que hace Gerardo Arana en Meth Z, me ha dado una fuerza que no recuerdo haber experimentado antes. El reto era hablar de mi misma, describiendo un personaje. Podría haberlo hecho de miles de maneras. Pero la intención era tomar el ritmo y el estilo de ese libro. No lo he leído, pero por descontado lo leeré. He disfrutado haciendo esta descripción, pero eso es decir poco. Ha sido algo parecido a un orgasmo. Escribir puede producir placeres insospechados. Os dejo con Yo.


YO

Pilar tiene algo fuera de lo común. Cuando la conocí me di cuenta enseguida. Son sus ojos. Esa mirada profunda que se clava bien adentro y ya no te deja escapar. La gente, cuando la conoce, queda atrapada entre esos rayos visuales que te lanza de inmediato. Te deja inmortalizado en una imagen retratada en su polaroid mental. Tiene un álbum de fotos perfectamente ordenado de todos los sucesos y personas que han pasado por su vida. Excepto los que voluntariamente decide tirar a la basura. Su selección es tajante. Quien se queda, es para siempre.  Se podría decir que Pilar es algo desordenada. Puede encontrar perfectamente unas bragas en el sofá. Lo sorprendente es que sabe que están ahí. Pilar guarda ese orden dentro del aparente caos que la rodea. Lo de las bragas lo vi yo mismo. Un día, en su casa, viendo una película, las encontré detrás de un cojín. Ella, Pilar, no se inmutó. Sólo dijo que las dejara donde estaban y siguió viendo la película. Pilar trabaja en una fábrica de productos químicos. No sabe nada de química. No le hace falta. Su puesto sólo requiere que entienda de economía. Pilar estudió empresariales. Una carrera de futuro. Su padre, inmóvil, la animaba a sacar el provecho de la vida que él no pudo. Y Pilar le puso pies a su padre y lo hizo. Desde pequeña, Pilar ha tenido una gran vocación por ser maestra. Le gustaba escribir y las matemáticas. Pilar siempre pensó que una cosa y la otra eran puros complementos. Una cuestión de poesía. Pilar dejó de escribir en su libreta. Se vio enredada entre cálculos financieros. Hace un año Pilar se dio cuenta de que tenía tantas cosas anotadas en su imaginación que empezó a vomitarlas porque ya no le cabían dentro. Ahora escribe. Y está enredada entre letras constantemente. Lee. Lee mucho. Como si quisiera absorber todo lo que ha dejado de descubrir en estos años aritméticos. Pilar tiene una hija. Nunca pensó tener una. Siempre decía que no tenía vocación de madre. Y no la tiene. Es una madre poco común. A veces piensa que eso es malo. Pilar se lo cuestiona todo. Quiere hacer las cosas bien. Sabe que es imposible, que la perfección no existe. Pilar no quiere ser perfecta. Le gusta la imperfección. La asimetría. Lo inexacto. Lo raro. Lo diferente. A veces se empeña demasiado en conseguir esa perfecta extrañeza. Desde que leyó Rayuela, dice que es como la Maga. También pertenece a un club de lectura. Todo esto desde hace un año. Antes había leído, pero no tanto. A veces tiene la sensación de que nada, si lo compara con la actualidad. Pilar lee en cualquier lugar. En el baño. En la cama. Andando. Pero su rincón preferido, cuando sale por ahí, es el maletero de su coche. Algo estrambótico, como ella. Le gusta el tacto del papel. Su olor. Pero es capaz de olerlo a través de la pantalla de su lector digital. Con él encima, Pilar se siente a salvo. Conoció a un escritor que le hizo ver la vida de otra manera. Compró y leyó todos sus libros. Entonces supo que él sería su profesor. Fue el elegido. Ahora asiste a sus clases. Cuando Pilar se empeña en conseguir algo, lo consigue. Cree que si de verdad es un deseo intenso, tiene el poder de materializarlo. Una vez deseó ser libre y cuando encontró el valor necesario, lo fue. Ahora Pilar vive sola. Semanas alternas. Se siente como un pájaro que acaba de salir de su jaula y está aprendiendo a volar. Ha cumplido cuarenta y tres. Es una adolescente. Hace quince años era más vieja. Eso quiero decir cuando digo que Pilar es una maga. Pilar suele planear las cosas. Si algo la pilla de improviso, le cuesta reaccionar. Ella piensa que no confía lo suficiente en sí misma para dejar brotar las ideas sin pensar. Cuando preguntas sobre Pilar, siempre sale su rasgo espontáneo como algo característico de ella. Eso la desconcierta. Sabe que es verdad. Aunque no siempre. Siempre le parece demasiado. Pero cree en la eternidad. Siempre es una palabra que lo dice todo. Pilar está llena de contradicciones. De lógicas contradicciones. Porque Pilar vive dentro de la teoría de la relatividad. En una escala de grises. El negro y el blanco son demasiado opacos o transparentes. Cree que nadie lo es. Ni siquiera ella misma. A veces Pilar se siente una total desconocida. Se hace preguntas para las que no tiene respuesta. Entonces sabe que una nueva metamorfosis comienza. Piensa en camaleones. Se siente uno de ellos. Y cambia de color. 

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