domingo, 13 de noviembre de 2016

RUTINAS



Elena se levanta a las siete, como cada mañana, se ducha, toma el desayuno mientras lee un poco, necesita esa dosis de literatura para completar su ingestión matinal de vitaminas y encarar el día con cierto optimismo. Le gusta disfrutar de su paseo hasta la oficina, donde el día transcurre entre la normalidad y la rutina, entre papeles que ir archivando en cajas una vez incorporado el sello correspondiente. Su vida pasa entre esas cuatro paredes, con un tragaluz que le permite ver el cielo, en ocasiones eleva la cabeza y se queda unos segundos mirando. A veces sus compañeros, al salir del trabajo, quedan a tomar un café, Elena nunca se queda, apresurada vuelve a casa. Se prepara un té, saca un cigarro de su pitillera y se pone a escribir. Le gusta inventarse historias, a veces lee, otras, toma una copa.

Alejandro sale a tomar algo, se adentra en el primer local que ve. Sentado en la barra la ve entrar, inmediatamente se ve atraído por ella. La mira fijamente mientras ella se dirige hacia él y se sienta a su lado. Pide un gin tonic con limón. Lleva unas medias negras, cruza las piernas en un gesto sugerente, invitándolo a entablar una conversación. Exprime el limón en su boca, quedando la corteza amarilla entre sus labios rojos. Alejandro se acerca, le pregunta su nombre y en un susurro le llega hasta sus oídos, Laura. Conversan frugalmente y salen juntos del local.

Esta mañana Elena se ha dormido y sale de casa sin desayunar. Compra el periódico en el quiosco de la esquina y echa un vistazo a los titulares. Descarta las noticias de política y pasa a la sección de sucesos. Anoche fue encontrado un cadáver en el parque, un hombre joven fue asesinado a sangre fría, acuchillado después de haber practicado el acto sexual. Las investigaciones apuntan a un caso de homicidio pasional en el que la presunta asesina podría ser una amante despechada. Elena mira la foto y lo reconoce. Es su vecino. No tienen mucha relación, apenas coinciden de vez en cuando en el ascensor. El, muy educado, le da los buenos días, ella, tímidamente, le devuelve el saludo. No conoce su nombre. Ayer precisamente lo vio a la vuelta del trabajo cuando llegaba a casa. El bajaba, con su porte elegante, a alguna cita, supuso.

Hoy Laura no sale de casa, quizá lea un poco mientras toma un té y fuma su cigarro. No tiene ganas de tomar alcohol, le duele la cabeza.


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