Nada me parece suficiente. Pienso en arriesgar mi vida para tenerlo todo. Pero tengo miedo y eso me hace quedarme quieta, en esa sencillez que va transcurriendo, dejando entrever en cada grieta del tiempo una pequeña luz que me indica que estoy aquí, viva en este mundo de muerte, en la nada y soñando con todo. Una luz atraviesa la ventana y llega a mí. Es cálida y fría al mismo tiempo, una luz llena de contrastes. Una luz que me invita a vivir en el todo, que me inunda de ilusión, que me da la fuerza del rojo y la paz del azul. Una luz tenue color morado, que me transporta a un lugar repleto de aromas, lavandas vuelan al viento, me impregnan de una fragancia de paz. Es en ese instante mágico cuando me doy cuenta de que lo tengo todo estando en la nada. De que el vacío es necesario para llenarme. De que desde abajo puedo subir arriba. De que nada y todo es lo mismo. Y entonces, el miedo desaparece.
Microrrelato seleccionado para la publicación en el concurso Tono Escobedo, sobre los colores del arco iris.
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